sexta-feira, 26 de dezembro de 2014

Los Policías Inocentes.

Hoy, 26 de diciembre del 2014, hubo una pequeña manifestación y marcha en apoyo de los padres de los desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa. Tenemos que seguir con el dedo en el renglón, ya que es claro que el sistema se encamina a instaurar una dictadura más brutal y más directa que la que ha ejercido en los últimos 80 años. 

Es característica imprescindible de las dictaduras asegurarse de la lealtad y cohesión absoluta de los cuerpos armados del país, es decir, la policía, el ejercito y las diversas organizaciones criminales tienen que funcionar con y para el sistema, o la cosa se derrumba fácilmente. Por lo tanto hay que eliminar o castigar a aquellos elementos que se nieguen a participar o que lo hagan de forma tibia, sin mostrar la energía, crueldad o disposición necesarias. Uno de los padres que subió al templete hizo una declaración impresionante, que funciona perfectamente bien dentro de esta lógica. Fue la siguiente, palabras más palabras menos:
" Los policías que se encuentran ahora encerrados en supuesta búsqueda de justicia por parte del gobierno también son inocentes. Ellos no fueron quienes 'desaparecieron' a los estudiantes ni participaron en las represiones anteriores. El gobierno está protegiendo a los elementos que han sido herramienta de sus fechorías."

Tiene sentido. Aunque me cuesta mucho trabajo creer en policías honestos en este país, estoy seguro que no todos tienen el mismo grado de corrupción, e incluso dentro de aquellos más corruptos, habrá quienes sean demasiado torpes, o que no sean suficientemente leales al sistema, como para merecer ser también desaparecidos.  A diferencia de la bondad, que es incluyente con los demás, el mal exige una uniformidad de pensamiento y propósito absolutas, y no tolera desviaciones de la norma. Para mantener a los cuerpos represores del gobierno en correcta postura frente a sus jefes, hay que, por un lado, cebarlos si hacen bien su trabajo, y castigarlos si lo hacen más. También ellos son víctimas, y, desgraciadamente, los perpetradores de su propio castigo, al parecer.